lunes, 10 de enero de 2011

En tierra de gigantes(cuento)

                                          -No sintió amargura pero su estrella poco a poco se fue escondiendo en la penumbra, no aguanto la tempestad que en poco tiempo acabo con su personalidad.
Este no es un cuento del que podamos vivir de ello, simplemente es un recuerdo, es dolor colmado de sufrimiento, un vaso vacio en el que no podamos aguar las penas y desilusionado es el sendero que nos lleva al firmamento. Está es una historia de las que pocas quedan, impugne no quedo la buena nueva y que en su corazón hizo mella, pero dejemos en un lado nuestros pensamientos y empecemos la historia de la que ya pocos recuerdan.
No hace mucho que paso, pero algunos dicen que en el firmamento ocurrió, yo esto lo niego, pues mi recuerdo ha seguido vagando por mi cuerpo, como alma en vela por un sendero de esos que se esconden por la niebla y así no ser visto por los caminantes que buscan el descanso por estas tierras.
Cruel fue el destino aunque muchos lo llamaron maldito. Esta es la historia de un muchacho que prefirió vivir en sueños a existir con el dolor en el cuerpo y no pereció por ser ingenuo, sino por ser bueno.
Era una tarde de domingo de 1945, todavía recuerdo esa fecha como si fuera ayer, hacia frio y mi hermano Tom se quejaba de por qué no había vuelto papa todavía, mi madre y yo le decíamos que se había ido a un viaje de negocios, aunque cada vez que lo preguntaba, mama rompía a llorar y salía corriendo hacia un cuarto sin salir hasta bien entrada la noche, lo cierto es que nuestro padre murió mientras iba a comprar el pan, una bomba cayó sobre la panadería del pueblo, cerca de Cracovia, fue un día horrible, los llantos brotaban de cada lugar, cada rincón, pero lo que todavía no me deja dormir ,es el grito desesperado de mi madre mientras quitaba los escombros en los que yacía mi padre. Desde ese día me jure a mi mismo que mi familia estaría a salvo de esos sucios alemanes.
Mi nombre es Sergei y formo parte de la resistencia polaca contra los alemanes, no tengo buena forma física, es más, poseo una deformidad en las piernas que me ha privado durante toda mi vida de la hermosa capacidad de andar o correr, pero aun así tengo la firme convicción de que al menos seré de gran ayuda para los míos.

Un sonido peculiar me despertó de mis pensamientos, y efectivamente, alguien entro en mi cuarto, era Dimitri Kourdakov, un amigo de la resistencia, venia fatigado, como si hubiese venido corriendo hasta tragarse sus propios pulmones, rápidamente le dije:
-¿Qué ocurre?
Sin casi respiración me contesto:
-Acaban de decir por la radio que los americanos junto a los franceses están a punto de llegar a Polonia.
Y al instante los dos empezamos a reírnos como si fuésemos unos críos, pues después de  todo lo que habíamos vivido nos pareció un sueño que por fin la guerra llegara a su fin y comenzamos a hablar sobre las cosas que íbamos hacer en el futuro. El tiempo pasaba y con el las horas, se hizo tarde y Dimitri se fue. Al día siguiente me citaron en el cuartel de la resistencia, de modo que acudí allí, llegue a la casa donde era la reunión y dije la contraseña:
              “No temas amigo, yo seré tu sombra, tu escudo en la derrota y tu brazo izquierdo alzado en la victoria, porque así somos, luchadores que harán vivir el sueño que nos enseñara el camino para salir de esta contienda”
Entre en el sótano y allí estaban todos, Dimitri, Víctor, Boris, la bella Natacha, etc.... No faltaba ninguno, estaban todos sentados esperándome, Dimitri se levanto y dijo:
-Bien, ahora que has llegado podemos empezar la reunión.
Se paro, nos miro a todos y continúo:
-Como todos sabéis, nuestros aliados están a una semana de Cracovia y con este avance, la liberación del pueblo polaco, por lo tanto, ya que no queda mucho tiempo de este calvario y permitirme que os diga que ha sido un hon……
Sus palabras fueron acalladas por un estruendoso sonido, un grupo de soldados alemanes entraron en la habitación. Todos nos quedamos de piedra, el capitán alemán se dirigió a Dimitri y le pregunto:
-Tu erres el capitann di sté ékipo?
Su voz era de hielo que sonó como un trueno por toda la habitación, sus palabras podrían haber congelado cualquiera, pero a Dimitri no, era una cualidad que admiraba mucho de él, nunca se echaba atrás. Dimitri dio un paso hacia delante y el capitán alemán dijo:   
-Eso es un sí, verdadt?
Dimitri asintió con la cabeza sin dejar de mirarle a los ojos. El soldado le dio tal golpe que lo dejo inconsciente, al segundo siguiente no recuerdo que paso.
Sin saber cómo me vi tendido en el suelo con la mente aturdida, veía borroso, no sabia que tenía delante, y poco a poco se me fueron aclarando las ideas y pude ver con mayor comodidad. Hice una mirada rápida y pude contemplar con horror que me encontraba en medio de la calle junto a mis compañeros y con una pila de cadáveres a nuestra derecha, comprendí lo que iba a ocurrir, pero lo peor estaba por llegar, el capitán que había golpeado antes a Dimitri estaba ahí con sus soldados apuntándonos con sus armas. Me miro, se acerco y dijo:
-“Vayya perro si es la maskota dil equipo. ¿Ya si ha dispertado?”
Una voz firme sonó a mi derecha:
-¡Soldado! No eres más que un desgraciado que se esconde por que tiene miedo.
El alemán giro la cabeza y se dio cuenta que el que había hablado era Dimitri, que con la cabeza sangrando, no se rendía, el capitán saco su pistola y le contesto:
-Bien, tu serrás el primero y servirás de ejemplo a tus amigos polacos, así nadie volverá a interponerse en el camino del führer”
Sonó el sonido de un disparo y me temí lo peor, Dimitri yacía muerto en el suelo.
El capitán se rió y pregunto:
-“¿Alguien mas quierre sufrir la misma suerrte?”
Y con todo el valor que pude reunir, grite:
-¡No eres más que un cobarde!
El capitán contesto:
-“Así que qierres que te ocurra lo mismo que tu amikó no?”
Una punta de hierro me golpeo la cabeza y acabe en el suelo sangrando. El soldado se burlaba:
-“Deberrias cayarte sino qierres quedarte sin brazos también”
Sonreí con ironía y me di cuenta que mis días habían acabado, de modo que me dije a mi mismo, ¿Por qué no?
Justo en ese momento apareció mi madre , seguramente la habría avisado algún conocido debido al cuadro que estábamos montando, ella negó con la cabeza mientras lloraba y le dirigí la sonrisa más feliz que he tenido nunca.
Se me acerco un soldado y me golpeo en todo el estomago, así uno detrás de otro, no era dolor lo que sentía, sino gloria, porque sabía que de esta forma serviría de ejemplo a muchos polacos.
El capitán se agacho hasta que se encontró con mi rostro y me dijo:
-“Arrodíllate ante mí y te perrdonare la vida!
En mi interior había tanto odio que le conteste:
-¡Arderas en el infierno para siempre¡
Ese momento fue el último segundo de toda mi vida pero aun así, fue el que más disfrute mientras gritaba:
-¡Polonia! ¡Por ti!


Un disparo en mi cabeza supuso el fin de mis días pero el comienzo de los nuevos. Ese disparo fue el último que se hizo en Cracovia. Con mi muerte no pararon de organizarse grupos de resistencia y en las calles solamente olía a victoria, con el acompañamiento de una canción que significaba “la esperanza resurgida de sus cenizas”.
                “Gracias Sergei, has abierto los ojos a corazones vacios, tu valor nos ha enseñado a luchar para poder realizar sueños incumplidos y por ti resistiremos, porque compañero, nos has hecho creer que volar nosotros podemos”
El 2 de septiembre de 1945 acabo la guerra y en la ciudad de Cracovia se construyo un hospital llamado “Santos Sergei y Dimitri”, y con el, sus cenizas.

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