jueves, 27 de enero de 2011

Maldad encarrilada

Ayer amanecí dormido, perezoso al sentir el sol en mis párpados, defectuoso al plantar mi rostro en el espejo y aún más torpe al querer escribir algo que merezca la pena leerlo.
Quisquilloso, pues releo mi texto y no le encuentro la gracia de poder publicarlo en mi cuaderno, que ingenuo, ¿Cómo voy a narrar algo si mi imaginación se ha quedado sin compañero de apartamento?.

Un gran sabio me dijo, la paciencia es tu mejor defensa, por que siempre sabe como encajar los golpes, y el problema no está en seguir su consejo, sino en plantarle cara al reto, al desafío de creerse mejor de lo que llevas en tu cerebro,pues debes ser el viento que sobrepasa al engaño y se ríe por ello.

Caída tras caída se alimenta la pesadilla, un sueño cuya felicidad parece perdida, escondida entre la mugre de un par de sillas viejas. Si, hablo de ti, maldad encarrilada, pues te he tratado como la estúpida de esta historieta, la mentira que nadie se traga, y sin tu saberlo se han perdido las guerras. Te hacías fuerte en sufrimiento, imaginando que este mal tiempo acabaría volviendo a épocas en los que la codicia era el deporte preferido, pero te equivocaste de días, has sido la necia de este cuento de hadas.
Viviste largo tiempo en tu imaginación abandonada y hasta tu pensamiento se volvió en tu contra.

Creíste encontrar a la paz como una débil enemiga, pero al doblar la esquina no viste que nosotros estábamos con ella, tu enojo y furia sucumbieron a la tristeza de pasar la vida siendo los esclavos de tu condena, y hoy somos quienes te ordenan, por que la enseñanza de la amistad ha dado su recompensa, pensar con la libertad de saber que nuestras palabras serán escuchadas y tenidas en cuenta.

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