jueves, 27 de enero de 2011

Una vez perdido el tiempo

Una vez ya perdido el tiempo, poco podemos hacer ante este tesoro, hablo del recuerdo, de poder imaginar lo que una vez vivimos y sentir que en cada momento fuimos el plato principal en esta última noche del año.

Las batallas perdidas, la felicidad, es la recompensa de vivir la vida, el regalo de poder comprender que somos lo que pensamos, de imaginar llegar a ser nuestros sueños, de entender que la sonrisa se identifica con el día a día, los idealiza, mantiene el equilibrio entre la tristeza y la alegría, vuelve fuerte al débil y efusivo al paciente. Nuestras acciones nos identifican, nos hacen hablar con la inteligencia del corazón, de expulsar los razonamientos y dejar como único pensamiento al sentimiento, porque lo bueno siempre se hace esperar, lo verdaderamente complicado es a lo que menos importancia se le da, pues ser una persona excepcional no te hace ser mejor que los demás, te crea facilidades para hacer las cosas, es verdad, pero eso te vuelve egoísta y orgulloso por cada acción bien hecha, pero lo verdaderamente importante no es destacar por encima de tus semejantes, sino enseñarles que cada momento es distinto del anterior, que segundo a segundo puedes hacer de este mundo un lugar mejor, yo no hablo de cambiarlo, pero si de predicar con el ejemplo y así hacerte grande mientras la corrupción mengua hacia la destrucción.

Millones de personas han muerto en esta tierra nuestra, podemos seguir con la tradición e intentar enamorar a corazones vacios,o por el contrario, enseñarles que también en ellos puede existir el calor.

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