jueves, 22 de noviembre de 2012

Cuento de navidad


Era un domingo cualquiera en casa de los González, un domingo muy cerca de épocas navideñas, y como cada domingo Pablo seguía pegado a las sabanas pasadas las 10, su madre empezaba a estar harta de interrumpir sus tareas de la casa para levantarle de la cama.

Pablo era un niño perezoso y distraído, siempre pensando en cuentos de heroicos caballeros y cuando no estaba pensando en sus historias, buscaba la manera de aventurarse en el ático de su casa donde había muchísimos recuerdos de su abuelo, algunos como espadas guardadas en cajas como recuerdos de una antigua cofradía a la que perteneció.

Pablo, además no era un niño demasiado obediente, incluso algo protestón cuando su padre le pedía ayuda para lavar el coche o acompañarle para comprar el pan.

Después de asearse Pablo decidido aventurarse de nuevo en el ático para encontrar algún trasto viejo que usar como juguete. El ático era una habitación grande y no demasiado iluminada, solo unos pocos rallos de luz natural que se asomaban por una ventana circular encima de un piano de madera vieja, Pablo incluso había pensado que ese piano viejo que por cierto no funcionaba, lo usaba su abuelo para esconder sus libros con historias que escribía y que a su hija, la madre de Pablo, no podía soportar.

Después de revolver un rato por entre los baúles, copio una pequeña lámpara de curiosa forma. Entonces escucho su nombre desde la cocina, era su madre que lo estaba llamando, del susto se le cayó la lámpara al suelo y entre los pedazos apareció un pequeño pergamino. Pablo lo abrió y se dio cuenta que era un mapa de un supuesto tesoro. El mapa era un plano de su casa y justo en alguna parte existía un lugar con una “x”. Era un lugar en el que estuviese donde estuviese su abuelo escondía algo que nadie quería que encontrase.

Salio del ático y estuvo todo el día distraído buscando ese lugar “x”, hasta que se dio cuenta que se encontraba en el jardín. Un poco después de la merienda, cuando su madre empezaba a hacer la cena y su padre se puso el partido de fútbol, Pablo decidió coger una pala del jardín e ir en busca de ese tesoro.

Al cabo de 20 minutos excavando, la pala choco pero antes de poder abrirla apareció su padre por el jardín echando chispas y arrebatándole la caja de sus manos.
Pablo fue mandado a su habitación castigado. Estaba muy enfadado y empezó a escribir en su viejo cuaderno de historias lo mal que le caían sus padres.

Al cabo de un rato, se hizo el silencio y alguien lo llamo por la espalda. Pablo al darse la vuelta se dio cuenta de que era un ángel con una túnica blanca y unas alas plegadas.
El ángel sin esperar ni un segundo se presento:
-Pablo, he venido para hablar contigo porque me han dicho que eres un niño un poco travieso.
El respondió:
-Si
El ángel le dijo que no podía seguir así porque sus padres lo querían mucho y el no hacia mas que enfadarles. Pero Pablo seguía enfadado y no le hacia caso. Entonces el ángel le acerco un papel y dijo:
-Esto es lo que había dentro de la caja que encontraste en el jardín.

Pablo lo cogió y empezó a leer:

“Querido Pablo, soy tu abuelo Andrés, sabia que encontrarías la caja, siempre fuistes un niño muy listo, pero también se que al igual yo, eres un niño un poco travieso y distraído, se que te gustan mucho las aventuras y los tesoros, así que te confió este secreto. No cometas el mismo error que yo, no intentes volverte un descubridor del mundo cuando el verdadero tesoro esta en el cariño y dedicación de tus padres”

Pablo se levanto a la mañana siguiente. No sabía si había sido un sueño o paso de verdad, pero tampoco le importo. Pablo bajo a la cocina, dio los buenos días a sus padres, les pidió perdón y arreglo el destrozo del jardín.

Desde esa noche Pablo cambio, nadie sabe que le empujo a hacerlo, solo dijeron que un ángel le visito y le regalo el mejor regalo del mundo, la sensación de buscar ser cada día mejor.

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